Las imágenes solo me quedan en la mente.
Salí de casa alrededor de las 14:30. En aquel entonces vivía a una cuadra de mi oficina. El cielo estaba encapotado y comenzó a llover. Minutos después la lluvia se había convertido en una tormenta de granizo. Poco después la energía se fue.
Si bien no tenía experiencia intuí que lo que sucedía sería complicado. Granizaba extraordinariamente y pasaban los minutos. No teníamos teléfonos, ni luz y los celulares tampoco funcionaban bien.
Mientras tanto, en varios lugares de la ciudad, muchas personas comenzaban a vivir sus tragedias propias.
EL trufi arrancado del puente y estrellado en el río cargado.
El hielo que comenzó a acumularse en la calle Honda, rompiendo puertas y ahogando a sus estantes.
El agua que convirtió la avenida en río, arrastrando y estrellando cuerpos contra coches y obstáculos.
Al comenzar a amainar, convencido que se iba a necesitar salir de urgencia, fui a recoger mi ropa y botas de agua a casa y me fui al Despacho. Me pidieron ir a averiguar al Observatorio del San Calixto la magnitud de la tormenta. Más de 40 minutos de granizo por una nube que se detuvo en la Hoyada.
De allí a Mantenimiento. Allí se sabía ya mucho de lo que había pasado, pero era tan grave que había desorientación.
Organizar obreros. Salir con Cecilia a tratar de entender dónde, más de lo peor, había tragedia. Horas de ir y volver transmitiendo información, ayudando.
Era grave pero no me imaginaba aun lo sucedido.
Después de ayudar a sacar hielo de un gimnasio de la Murillo, un bar de la Eguino, con calles semivacías, en una ciudad llena de miedo que se había ido, los que pudieron, a dormir, llegué a casa pasadas las 3 de la madrugada y vi las imágenes de mi ciudad anegada.
Estuve en varios lugares del desastre, pero me costaba creer que eso hubiese sido posible.
Los tres días siguientes, los abogados también fuimos obreros para acarrear el granizo solidificado en los techos, patios y habitaciones de casas en Chijini, Achachicala o la Garita.
20 años han transcurrido. La institución aprendió y cambió mucho. El comportamiento de la gente que ayudo con malos hábitos a que la tragedia fuera mayor, no mucho.
20 años que recuerdan a más de 70 personas que se fueron y a decenas que seguro no olvidan los momentos de terror.
20 años de uno de los peores momentos de esta ciudad.