El último día del año 2019 era martes. Parece una fecha lejanísima, sin embargo, apenas han pasado 180 días.
Esa Noche Vieja, la República Popular de China, notificó oficialmente a la Organización Mundial de la Salud un nuevo brote de coronavirus que producía una enfermedad con síntomas poco conocidos. Se le otorgará el número 19 por ser el decimonoveno sujeto de una familia viral.
En las semanas siguientes, la OMS, comenzará a emitir una serie recurrente, periódicamente muy seguida, de comunicados hasta que el miércoles 11 de marzo declarará formalmente una pandemia de alcance global.
Una pandemia es, según el diccionario, una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región. El suceso no es nuevo y signó muchos momentos de la historia de la humanidad, pero, la rapidez de este brote fue mayor con hasta hoy más de medio millón de personas fallecidas y más de diez millones de personas contagiadas reportadas, y la certeza de que la pandemia sigue creciendo a una tasa diaria que supera las cien mil personas contagiadas.
Las medidas asumidas por la mayor parte de los 188 países o territorios que informaron de contagios, generaron algo que nunca había sucedido en la historia. Más de la mitad de la humanidad, casi cuatro mil millones, recibió la orden de confinarse en sus casas, quienes las tienen, y sufrió una serie de limitaciones y restricciones de movimiento, la suspensión del trabajo presencial, el corte del servicio de transporte público y la circulación de vehículos privados, la destrucción de millones de empleos por no poder ejecutarse o por despidos, bajas temporales obligadas u otras formas.
El ambiente evidenció a la vista de esa humanidad, que su impacto es directo, manifestando modificaciones en distintos parámetros que monitorizan los efectos de la actividad humana a la baja, como no se habían registrado desde hace casi dos siglos.
El mundo ha ralentizado ese movimiento intenso que fue el vehículo para que la enfermedad se propague rápidamente, reduciendo el uso del espacio aéreo o provocando efectos en las economías nacionales y global de distintas formas, generando pobreza y profundizando la desigualdad.
El enfrentarnos a una realidad tan compleja nos ha hecho preguntar qué deberíamos hacer, tratando de entender las razones de lo que sucedía aunque el mundo siga comportándose como un espacio indolente y perverso a veces.
La primera respuesta que debemos darnos debe centrarse en reconocer que la realidad va a cambiar en algo seguramente, aunque no tenemos la certeza de que vaya a ser para bien.
Pero especialmente debemos reflexionar en que el mundo se enfrenta a todos los problemas que existían antes de la pandemia y que han sido descuidados en mayor o menor medida.
La violencia de género, como hoy lo ha informado el Fondo de las Naciones Unidas para la Población, el UNFPA, habría segado más de ciento cuarenta y dos millones de vidas de mujeres, solo por eso, por ser mujeres, apenas nacidas, descuidadas en su alimentación en los primeros años, con casi una veintena de violaciones de sus derechos fundamentales y con la lacra de la violencia machista convencional.
La muerte de George Lloyd en los Estados Unidos volvió a visibilizar de manera exacerbada el racismo, la discriminación y la exclusión por distintos falsos motivos, como parte de nuestra cotidianidad a nivel global.
La fragilidad de los sistemas públicos de salud para atender la emergencia sanitaria, de educación para haber transmitido nuestra responsabilidad respecto a ella, o de acceso a servicios públicos y vivienda para poder protegernos de la enfermedad, son el reflejo de algunos de los cambios que nos faltan para superar el egoísta estado que nos ha hecho más individualistas y que nos dificulta pensar en comunidad. La pandemia es una prueba dura, pero todos los problemas que coexisten con ella, que vienen de más atrás, son muchísimo más graves y requieren del compromiso para cambiar nuestros hábitos de comportamiento, ser respetuosos y esforzarnos porque nuestro paso por esta vida física sea beneficioso.
Javier Zárate Taborga
La columna será emitida el miércoles 30 de junio de 2020 en “Geopolítica en tiempos de cuarentena”, programa de radio conducido por Fernando Galindo Rodríguez, emitido por https://www.facebook.com/RadioDecoloniales/